Nos adentramos en una vía repleta de curvas, rectas, cambios de rasante y poco tráfico. Inevitablemente, asas los frenos de forma continua, pero nunca desfallecen, con un tacto de pedal sublime. No tienen un recorrido muerto, o esa sensación de cristal que a veces proporcionan los discos car bocera micos cuando están fríos.
Permiten medir las frenadas en centímetros antes de que siquiera salte el ABS. Todos estos factores positivos se suman a la facilidad para conducir el Veyron y alimentan tu confianza de manera significativa.
Es una característica propia del Vitesse: inmediatamente sientes ganas de forzar la máquina en las frenadas y lanzarlo en las curvas. “Sí, sí, esto que me dices es muy importante para mi me comenta Loris. “He tratado, no sin estuerzo, de que resultara fácil de conducir".
En giros más cerrados y lentos, la respuesta de la dirección es ligera, rápida, con un tacto decente, pero cuando las curvas se abren y comienzas a subir el ritmo, ese tacto se desvanece. Mientras te intentas aclimatar a esta circunstancia, tiendes a tantear un par de veces la dirección antes de abordar las curvas en un intento de determinar qué capacidad de adherencia hay disponible. Y cuando se acaba el agarre, comienza el subviraje.
Curiosamente, notas esta tendencia a seguir recto en las curvas ponqué te das cuenta de que estás girando más el volante de lo que la curva exige, y no a través de algún tipo de alguna reacción transmitida por el propio volante.
